Lección
12: Estoy disgustada porque veo un mundo que no tiene significado
¿Es el mundo
aterrador? ¿Es el mundo violento, demente, triste?
Yo creo que
no. Pero estos días que me asomo más a las noticias puedo caer en la tentación
de creerlo.
Tengo una
amiga que hace resúmenes de prensa en su lugar de trabajo. Es como si mirásemos
al mundo a través de un pequeño agujero y enfocáramos solamente sobre lo que
marcha mal. Te quedas sólo con una parte de la realidad y te crees que es el
todo.
Por cada
suceso violento creo firmemente que hay mil o cien mil actos de amor, de
servicio.
El libro, una
vez más, me pide que mire a mi alrededor despacio repitiendo la lección y
añadiendo cualquier adjetivo que se me ocurra, tanto positivo como negativo.
Así, repito
para mis adentros: Creo ver un mundo cruel, un mundo egoísta, un mundo bueno,
un mundo dulce, un mundo equivocado…
Y al final de
cada sesión de práctica ( tres o cuatro en total) debo añadir: Pero estoy
disgustada porque veo un mundo que no tiene significado.
Lo que no
significa nada no es ni bueno ni malo. ¿Por qué estoy disgustada, entonces?
Porque me gustaría que las cosas que veo fueran diferentes. Me gustaría que no hubiese guerras ni terrorismo. Quisiera que nadie secuestrase a niñas ni niños, y que se respetase a las mujeres. Ojalá nunca se hubiesen construido edificios horribles convirtiendo algunos pueblos y
ciudades es lugares carentes de belleza y humanidad. Quisiera que no hubiese
casas abandonadas, que no se talaran árboles ni se mataran animales. Me
gustaría que todos los niños estuviesen bien alimentados y tuviesen una escuela
feliz a la que asistir. Veo que esto no es así y por tanto me disgusta lo que veo.
Dice el libro
que si pudiese aceptar al mundo como algo que carece de significado, si
escribiese sobre ese mundo la verdad en vez de lo que yo quiero que sea,
sentiría una felicidad indescriptible.
“Sean cual
sean las mentiras que te has creído, para el milagro son irrelevantes, pues
puede sanar cualquiera de ellas con la misma facilidad. El milagro no hace distinciones
entre diferentes percepciones falsas. Su única finalidad es distinguir entre la
verdad por un lado y el error por otro”. (Texto 2.1.5.1)
Mentiras he
creído muchas. El mundo era un pequeño círculo cerrado de blancos de clase media en mi infancia. La religión era una y las cosas sólo se podían hacer bien o mal, siempre de acuerdo a un solo criterio. Liberarme de estas creencias me llevó algún tiempo. ¿Cuántas mentiras habré aún de sanar?
No tengo miedo
de la verdad si ésta me ha de hacer libre. Quiero un milagro que sane mi
percepción.
Escrito por María
Lección 13: Un mundo sin significado engendra temor
Lo que no tiene significado no existe, leo en la lección de hoy. Sin embargo, puedo caer en la tentación de pensar que percibo algo que no tiene significado.
Necesito cuestionar todo lo que leo, detenerlo en un espacio de reflexión interior, mostrárselo al silencio.
Ayer el Universo puso en mis manos el libro de Victor Frankl “El hombre en busca de sentido”, donde narra su experiencia en los campos de concentración nazis. Su experiencia como hombre y como psiquiatra. Hacía tiempo que había oído hablar de él. Se le menciona con frecuencia en las bibliografías de psicoterapia y crecimiento humano. Curioso que me haya llegado este libro justo ahora, cuando tanto sufrimiento están causando los ataques del estado de Israel a Gaza. ¿No aprendieron los judíos lo que era el dolor como para querer evitar que otras personas lo sufran?
He devorado su libro en dos días y he quedado profundamente impresionada por su vivencia y reflexiones sobre el sentido de la vida, encontrado en medio del más espantoso sufrimiento.
“El reconocimiento de esa falta de significado produce una aguda ansiedad en todos los que se perciben como separados”, dice la lección.
Leyendo las condiciones de vida de Victor Frankl y los demás prisioneros judíos en los campos de exterminio, me pregunto si la ansiedad en que vivían se hubiera calmado sabiéndose parte de la fuerza creadora de la Vida, aún en circunstancias tan extremas.
Es esencial que aprenda a reconocer lo que no tiene significado y a aceptarlo sin temor, pide la lección de hoy. Si tengo miedo, dotaré al mundo con atributos e imágenes que no existen. ¿Qué quiere decir “imágenes que no existen”. Aquel genocidio fue real, igual que el de Camboya o el de Rwanda o actualmente el de Gaza. Lo que estas personas vieron y ven, sintieron y sienten y sufrieron y sufren no es lo mismo que lo que yo pueda imaginar que padezco en mi cómoda existencia.
Ciertamente, sé que aquello que ocurrió no tiene significado desde el punto de vista del espíritu. Quizás fue el ego colectivo que se abalanzó, como explica la lección, para establecer sus propias ideas, temerosos de que, de otro modo, el vacío pudiera utilizarse para demostrar su propia impotencia o irrealidad.
Podría ponerme en el lugar de Victor Frankl, mirar a mi alrededor y decir: Estoy contemplando un mundo que no tiene significado. Y además, añadir, como dice la lección: Un mundo que no tiene significado engendra temor.
“Te he pedido que obres milagros, y he dejado claro que los milagros son naturales, correctivos, sanadores y universales. No hay nada que no puedan lograr, pero no pueden llevarse a cabo con un espíritu de duda o de temor. Cuando tienes miedo de algo, estás admitiendo que ello tiene el poder de hacerte daño” (Texto 2.2.1.3)
Quiero creer que nada tiene el poder de hacerme daño. Aunque cómodamente sentada sobre mi cama, oyendo llover, caliente y bien alimentada, sé que en este momento hay personas que están sufriendo como sufrieron entonces judíos, camboyanos o ruandeses. Hoy es Gaza, Nigeria, Sudán...
Respiro profundamente, sitúo mi atención en mi altar interior y exhalo este mensaje de aliento hacia el Universo: Nada tiene el poder de hacerte daño.
Le pido a Dios que lo lleve a quien lo necesite.
Escrito por María