Una vez más hemos conseguido superar las frías temperaturas del exterior y calentar nuestros corazones. Hemos tenido tiempo para la danza, la meditación, el contacto y las caricias, el diálogo y la libre expresión de nuestro ser.
Creo que todos nos hemos ido a casa un poco más ligeros. Yo, seguro, más feliz y llena de energía. Estos encuentros son un auténtico regalo.
Espero veros de nuevo en el siguiente, para completar la andadura del caballero, para llegar a la cima de la montaña, para recorrer el sendero de la Verdad.
Un abrazo
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