Cuánto tiempo perdido intentando controlar el futuro, haciendo suposiciones, temiendo lo que ha de venir, agonizando por dificultades que nunca enfrentaremos, problemas que no tendremos que resolver, hambre que no tendremos que pasar. Ya hace dos mil años Jesucristo apuntó que ni toda tu preocupación puede añadir ni un solo pelo a tu cabeza, y por más que te empeñes lo único que consigues es empañar el presente, perderte la vida, desatenderte a ti y a los que te rodean.
Entonces, ¿por qué no dejar descansar a este mono parlanchín que te agota con su charla incesante? Descansa. Confía.
Suéltalo todo. Permite que la vida sea la que es y en el camino te enseñe lo que necesites aprender. Renuncia a tenerlo todo controlado, aventúrate en lo desconocido, a la vuelta de la esquina puede haber un presente mejor que ese futuro al que te aferras o que niegas. ¿Por qué no dejarse sorprender? Admira. Confía.
No permitas que el miedo te inmovilice. Conecta con tu verdadero ser, un Ser ilimitado, que se expande en el aquí y el ahora, que no utiliza su miedo, su preocupación ni su duda para justificar sus limitaciones.
¿Qué temer? Confía, confía, confía.
Escrito por María
Imagen: Foro Artelista
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