En los talleres de risoterapia también hacemos dinámicas para ver la realidad desde otra perspectiva. Hechos que en principio pudieran parecer dramáticos, repentinamente adquieren un lado cómico. Cuando conseguimos verlo, parte de la tensión desaparece, dando paso a la risa o, al menos, a la sonrisa. Se relajan los músculos y somos capaces de gestionar mejor aquello por lo que, de cualquier forma, hemos de pasar.
Después de uno de mis talleres, alguien me contó que ahora, cuando llegaba tarde a casa, cansado del trabajo y muerto de hambre, se decía a sí mismo cantando: "Estas horas y yo sin comer..." Es decir, el discurso no variaba. La diferencia estaba en la forma de plantearlo. Cantando, riendo, llorando, en un idioma inventado, hablando como bebés... Simplemente adoptando otra perspectiva y tratando de superar el enojo o la pena.
De cualquier forma, no hay un problema que no lleve asociada una enseñanza. Dice Richard Bach que "No existe ningún problema que no te aporte simultáneamente un don. Buscas los problemas porque necesitas sus dones" (Ilusiones) Así que mejor aceptar esas pruebas que tenemos que pasar, aprender las lecciones y disfrutar en el proceso.
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