Suspiro por alcanzarte con la mirada del alma y rozar, al menos levemente, lo esencial en ti, lo esencial en mí, lo que no muestra el espejo, lo que los ojos se empeñan en ignorar, lo que mi corazón quiere de verdad mostrar.
Y casi en un susurro, machaconamente, repito una vez más: Lo esencial es invisible a los ojos, lo esencial es invisible a los ojos.
Escrito por María, con ayuda de Saint-Exupéry
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