Danza tu vida

Danza tu vida

viernes, 12 de febrero de 2010

SOBRE LA MUERTE


Después de un tiempo recluida con mis estudios vuelvo a estar activa para el blog, para disfrutar escribiendo, investigando, reflexionando…
Lo primero que se me viene a la cabeza es un recuerdo para aquellos que en estos días nos han abandonado físicamente, pero que vivirán en nuestro amor para siempre. Aquellos que, como dice Elisabeth Kübler Ross, una médico que ha dedicado su vida a acompañar a las personas en el momento de su muerte, han traspasado la frontera de la muerte para amanecer en otra dimensión. Soy consciente de que muchas personas creen que todo se acaba aquí, que polvo somos y que en polvo nos convertiremos, nada más que polvo. Pero yo creo, en lo más profundo de mi alma, porque así lo he vivido y sentido, que de alguna forma somos energía y que al morir nos liberamos de nuestro cuerpo físico, de nuestras cargas, de nuestras miserias, de lo que no somos, y pasamos a formar parte de un todo. Y a partir de ahí ya no sé más, ni creo más, ni espero más. En el momento de mi muerte se despejarán mis dudas, entonces lo sabré todo pero, hasta que llegue ese momento, vivo tranquila pensando que la muerte es tan sólo un paso más en esta mi maravillosa vida; que mi muerte será tan sólo otro recodo del camino, y que ni mi energía, ni la de mi padre, ni la de mis abuelos, ni la de mis amigos que se adelantaron en este viaje, se ha perdido.
La muerte se vive de forma muy diferente en las distintas culturas, y sería bueno que aprendiéramos a transcender nuestra propia cultura para encontrar aquellos pensamientos que nos proporcionan paz. Desde el mismo momento en que nacemos iniciamos un camino hacia el morir, pero qué pocas veces hablamos, niños o mayores, sobre un tema que está siempre presente en nuestras vidas.
Ojala aprendamos a humanizar la muerte, a convertirla en muerte amiga, en muerte hermana.
La experiencia de imaginar nuestra propia muerte es muy poderosa. ¿Qué asuntos tienes pendientes que te gustaría resolver? ¿Qué cosas no te has permitido sentir, vivir, decir, hacer?
Imaginar una escena con un ser querido que ya partió y con el que teníamos cuestiones sin resolver también puede ser muy curativo. Siéntate a su lado, en tu imaginación, y háblale, cuéntale cómo te sientes. Escribe una carta real, vacía tu corazón, una y otra vez, todas las veces que haga falta, hasta que te sientas en paz.
Mirad a la muerte a los ojos y perded el miedo. No es un esqueleto con una hoz. Es simplemente una amiga que viene caminando de tu mano desde que naciste. De la tuya y de la de todos nosotros.
Escrito por María
Bibliografía recomendada sobre el tema.
Elisabeth Kübler-Ross;
La muerte: un amanecer
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