Me emociona ver a la gente de todas las edades saliendo a la calle a indignarse con alegría, y aprovechando su creatividad y la esencia de su ser para reclamar lo que es derecho humano, animal y vegetal universal: el derecho a vivir, a ser libre, a ser respetado, a ser cuidado, a desarrollarse y a crecer para alcanzar la plenitud del propio ser.
Que no nos manden los poderes económicos, que no nos arrebaten nuestras casas, nuestro descanso, nuestra paz.
Pero recordad que este sistema lo hemos mantenido entre todos, y quizás ahora podamos cambiar el apego por el desprendimiento, recuperar el valor de la sencillez, superar la individualidad y traspasar los muros de nuestras casas.
¡Y SIN PERDER EL SENTIDO DEL HUMOR! |
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