Durante este estación los días se acortan, las noches se alargan. No es tiempo para lamentarse de la falta de luz sino para mirar hacia dentro, para buscar en uno mismo la luz que fuera no encontramos.
Tiempo de cosechar. Si los frutos no son los que esperábamos sería bueno ser conscientes de lo que sembramos.
Como seres de luz que somos, no debemos temer los días que se acercan. Si proyectamos hacia fuera nuestros miedos y nuestras dudas crearemos un mundo aterrador y confuso que nos aparta del ser que realmente somos.
Preparemos la tierra fértil que somos para conectar con nuestra verdadera esencia, más allá de nuestra programación, expectativas, apegos...
Tiempo de transformación. Imprescindible dejar de alimentar el pasado, la culpa, los juicios. Aceptando con calma todo lo que hay nos fortalecemos para introducir los cambios necesarios en nuestra vida. El pasado, pasado está y, como me enseñó Jorge Lomar, no pudo ser de otra manera, no puede ser de otra manera.
Transitemos caminos que nos conduzcan a un tiempo de paz y serenidad.
Busquemos el camino, bajo las hojas secas.
Escrito por María
Escrito por María
Muy interesante, gracias por compartirlo.
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