Este artículo y los anteriores se pueden aplicar tanto en el ámbito escolar como doméstico.
Las normas de convivencia que mejor se interiorizan y se respetan son las se elaboran con los estudiantes o hij@s.
Si reflexionamos a partir de las preguntas:
¿Qué tipo de clase queremos tener? ¿Qué tipo de escuela deseamos? ¿Cómo nos gustaría que fuese la vida en familia, la distribución de tareas, el tiempo de ocio...?
Si los niñ@s o jóvenes participan en la creación de normas de convivencia a partir de las necesidades que observan, es más fácil razonar y dialogar con ellos cuando las normas no se respetan. ¿Necesitamos un aula o casa limpia y ordenada? Entonces habrá que elegir la norma: "Mantenemos el orden" y distribuir las tareas.
¿Nos gusta el silencio o que respeten nuestras cosas? Si es así, escribiremos la norma que se deduce de nuestras necesidades: "Hablar en voz baja" o "Respetamos las cosas de los demás"
En los momentos de conflicto también podemos pedirles que piensen y
visualicen soluciones dándoles esta clave de pensamiento: “Hay una
opción mejor”. Si no conocen otra opción mejor que presentar un comportamiento disruptivo, será necesario ofrecerles ejemplos y hacer que los imaginen. Se pueden razonar las consecuencias distintas que tienen comportamientos disruptivos o comportamientos amables. Y se puede utilizar la clave: ¿Cómo te sentirías...? para desarrollar más la consciencia sobre su conducta.
Si he optado por decir las cosas a gritos, a veces basta con que me recuerden que hay una opción mejor. Imagina cómo nos sentimos todos, sé consciente de cómo te sientes tú cuando gritas. ¿Cómo sería si lo hicieses de esta otra manera más amable?
El momento de la crisis no es adecuado para dar largas charlas y sermones. La verdad es que pienso que ningún momento lo es. Es mejor tender un cable hacia la consciencia y la reflexión, tanto en la prevención como en la resolución de problemas. Así ganamos tod@s.
Escrito por María
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