He escrito un cuento sobre el dolor, pero mil veces prefiero ver a la gente feliz y sin penas. Como quisiera estar yo todo el tiempo que respiro.
Ella tiene un poco de todo: mucho dolor, muchas alegrías, ganas de salir adelante y una actitud de serena aceptación ante lo que le ha venido encima. Hoy es hoy, y mañana ya llegará, me dijo.
Yo también he aprendido a vivir el presente, minuto a minuto. Y me alegra verla con ese alegre desparpajo que tiene como vendedora, aunque sean sólo los pocos minutos que hoy le permite su cuerpo.
Comparte conmigo entusiasmada sus recuerdos de un viaje a Disney en el que aprovechó bien su pase especial como "minusválida". Su cuerpo reclamó su descanso después del "desenfreno" del parque de atracciones, pero mereció la pena ver un sueño cumplido. Con la misma pasión me cuenta que al llegar a casa le espera su "guasillo" (vermú) y sus olivas para amenizar el tiempo en la cocina. Agradecida por sus hijos y su marido, asume que todos tenemos problemas y que a ella le ha tocado esto, una condición física con títulos y grados que yo le animo a superar.
No te creas nada de lo que te digan, Merche. Ponte tus los límites y que estos estén cerca del cielo. El año que viene, imagínate correteando con los críos en las fiestas de Jaca, tu pañuelo amarillo al cuello. No dejes de imaginarlo, saborea cómo se siente, ríe y disfruta como si estuviese ocurriendo ahora. Luego lanza esta imagen hacia el cielo y confía.
Y mientras llega ese momento, recuerda que en el silencio tu cuerpo te habla y te dice lo que necesita. No dejes de escucharlo.
Mil gracias por tu ejemplo y tu alegría. Te presento mis respetos, mujer sabia. Agradecida por haberte sentido venir.
Merche |
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