Desde su caseta de venta de libros del Pirineo me ha saludado
con timidez. ¿Tú eres profesora de inglés? Sí, le he contestado. He reconocido
en ella a una antigua alumna, pero sin nombre ni fechas. Cuando ha rellanado
los huecos de mi memoria me he maravillado del cambio. La recuerdo guapilla y
regordeta, justita en los estudios. En su presente me muestra unos preciosos ojos claros en una cara muy bonita. El tiempo ha pasado rápido, está ya en la universidad y pensando en empezar a
estudiar una segunda carrera. ¿Hubiéramos apostado tanto por ella, cuando sólo
tenía unos nueve años? Menos mal que ella apostó por sí misma y salió adelante, y sigue saliendo adelante con su propia fe y su propio ejemplo. De familia
gitana. Necesito tu ayuda, le he dicho. Mis alumnas no estudian, no acaban ni
la primaria. Cuánto me he alegrado de que me saludase y de construir este
puente entre pasado y presente.
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