Una vez más, la muerte amiga llama a la puerta. Te has ido tito, y sé que ya estás con papá, riendo los dos a carcajadas de las pequeñas cuitas que nos quitan y os quitaban el sueño. Ahora, como papá, ya lo sabes todo y te maravillarás de tu propia abundancia, plenitud y felicidad. Yo así lo creo.
Que no se nos olvide que quien eres ahora no tiene nada que ver con quien fuiste. Que aprendamos a pensarte con ojos nuevos, conocedores de tu sabiduría y divinidad, que es la nuestra, pero que limitados por los ojos del cuerpo somos incapaces de ver.
Gracias por haber formado parte de mi vida. Gracias por la tita y los primos. Todos somos uno, no sólo por ser familia, sino por ser parte de la Fuente.
Te quiero siempre.
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