Mañana hace once años que inicié
la aventura de la maternidad en solitario:
dejarme a un lado para convertirte a ti
en el centro de mi existencia.
Once años en los que has sido mi maestro.
Gracias a ti mi alma
ha alcanzado un profundidad inmensa,
no tiene fin.
Aprendo a mirar el pasado sin remordimiento.
(¡Si lo hubiera sabido hacer mejor...!)
Aprendo a mirar el futuro con esperanza.
(¡Estaré aquí por si me necesitas!)
Sé que aún nos queda camino por recorrer.
Sé que aún precisas de mí,
de otra forma, a otro ritmo,
y deseo estar preparada
para lo que ha de venir.
¿Valiente? ¿Loca?
¡Qué más da!
No había vuelta atrás,
y no la habrá.
Gracias, hijo.
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