Viví los preámbulos en calma. Me centré en mi sentir, en mi sensación de gozo y de paz interior y la energía fluyó y atrajo a trece (día 13) almas danzarinas, atrevidas y alegres.
Durante poco más de hora y media compartimos la VIDA, vibrando a través de nosotras. Todas tan diferentes, al principio desconocidas; después unidas por un lazo que no se puede describir con palabras: hay que estar allí y abandonarse a la confianza para comprenderlo.
La vida, juguetona, nos mostró algunas de sus facetas: el encuentro, la indiferencia, la afectividad, la lucha, el juego, la confianza, el silencio...
Mil gracias a todas y cada una de vosotras (lo digo con el corazón en la mano) por vuestra participación, por haber hecho posible el milagro. Y en especial a la mamá que vino con su peque de seis años, una chiquilla que se dejó atrapar por la música para moverse, libre como el viento.
Tomada de la red |
Escrito por María
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