No me gusta, no lo quiero, esto no puede ser así, no lo entiendo, por qué yo, por qué él, por qué a mí...
Y por más que nos resistamos, por más que lloremos e imploremos, no podremos cambiar el color de nuestra piel, la muerte de un ser querido, el diagnóstico que nos acaban de dar...
Aceptar las cosas tal y como son es algo que podemos aprender desde pequeños. Podemos ejercitarnos en ello cada día. Unas veces estaremos más espabilados que otras, pero poco a poco esta práctica nos conduce a un estado mental más sereno y menos sensible a los altibajos que se producen a nuestro alrededor.
En mi cuento relato que a veces Marga no se siente bien porque le duele por la mañana, por la tarde y por la noche.
Cuando duela (física o emocionalmente), respira hondo y acéptalo. No te resistas, no hagas un drama de la situación. Comparte tu dolor pero intenta no quejarte.
Es el primer paso.
Escrito por María
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