Esta semana he tenido la suerte de conocer a un grupo de personas de la tercera edad, con una energía, vitalidad y entusiasmo por la vida impresionantes. Cierto que lo tienen un poco más fácil, por sus circunstancias personales, sociales y culturales. Aún así, sólo despiertan en mí admiración y ganas de superarme cada día un poco más.
Birgitta, 86 años, ha venido desde Suecia con otros seis adultos para practicar el idioma español, que estudia desde hace 5 años. Es decir, empezó a estudiar español con 81. Sus compañeros son un poco más jóvenes. Per, que ha estado alojado en mi casa tiene 75 años, la misma edad que Barbro, otra mujer admirable.
¿Qué opinas? Sí, tú, que te da pereza empezar a los 40 porque te sientes muy mayor.
Birgitta dice que uno de los secretos para esta tercera juventud es que nunca está celosa de nadie. Imagino que es porque está centrada en sí misma, sin compararse con los demás, aceptando el paso de los años con serenidad. También me contó que camina mucho, no tiene coche y va a todas partes en bicicleta. Se ha hecho el Camino de Santiago dos veces. Olvidé preguntarle cuántos años tenía cuando lo hizo, pero me imagino que no fue hace mucho. Me pareció, además, muy cariñosa y alegre.
Es afortunada, nunca ha tenido ninguna enfermedad grave y sigue disfrutando de buena salud. ¡Doy fe de su buen apetito!
En fin, si he de llegar a los 86, me gustaría llegar como ella. Sé que es un futuro que se construye a partir de pequeños presentes de consciencia, de buena alimentación, ejercicio y pensamientos saludables. ¿Por qué no? Vamos a intentarlo.
Escrito por María
Birgitte |
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