Pero salió muy bien. Un grupo de adultos con capacidades diferentes que se entregaron al máximo. Si en el comienzo fue con timidez, a medida que avanzaba la sesión no quedaba ni un poquito de vergüenza ni sentido del ridículo, sentimientos que más bien nos estorban en el día a día.
Nos los pasamos fenomenal y yo me sigo maravillándome de lo payasa que soy a veces. ¿De quien habré heredado esto?
Mil gracias y hasta la próxima.
Escrito por María
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