Estos días me ha llegado - de forma directa o indirecta - tu mensaje de SOS lanzado al mundo. Tus ilusiones hechas pedazos, una orden de desahucio, te recortan de nuevo los ingresos, esa enfermedad tan grave de la que no te atreves ni a hablar y que se empeña en reaparecer una y otra vez...
Eres tú con muchos nombres, pero al fin y al cabo, somos todos nosotros enviando una y otra vez el mismo mensaje.
Después de muchos años de intentar sanar mi mente y mi cuerpo, sé que un paso importante es empatizar con tu fortaleza. Aunque llore junto a ti, después quiero enjugarte las lágrimas y decirte que puedes seguir adelante y que hay una parte de ti que aún no has reconocido. Quiero decirte que no hay necesidad de que sigas sufriendo. Quiero decirte que el poder de tu pensamiento puede mover montañas y que, aunque el dolor es real, el sufrimiento es una opción y nuestros infiernos nos los creamos nosotros mismos.
Dice Un Curso de Milagros que en la quietud todas las cosas reciben respuesta y todo problema queda resuelto serenamente.
Haz silencio. Camina en la naturaleza. Comparte tu pena, aquieta tus pensamientos. No te permitas pensamientos dementes. Sólo el amor es real. Quien vive atemorizado no vive realmente.
Dice UCDM que son únicamente tus pensamientos lo que te causa dolor. Que no hay nada en el mundo capaz de hacerte enfermar, de entristecerte o de debilitarte. Porque dentro de ti esta la toda la fuerza y el poder de los cielos y la tierra.
Yo lo creo así. A pesar de los traspiés, de los ratos malos, de algún pensamiento temeroso que se me cuela sin permiso.
Yo lo creo así y así te lo quiero transmitir. Desde lo más profundo de mi ser.
Escrito por María
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