Sería precioso que en este año que comienza todos nos atreviésemos a asumir algún reto que nos haga salir de nuestra "zona de confort", en la que tenemos las cosas bien claras y seguras, para adentrarnos en la "zona de no sé muy bien qué me va a pasar".
Asumir retos es vital para mantenerse espiritual, mental y emocionalmente en forma. Los retos pueden ser de todos los tamaños y formas. Desde pequeñitos, como ordenar las fotos olvidadas en cajas en el fondo del armario, hasta grandes e imponentes como dar una charla sobre avances médicos en un país extranjero.
En realidad no importa tanto el nombre del reto como el espíritu con que le hacemos frente. Lo que es esencial es la confianza en nosotros mismos, el ánimo que nos damos, el apoyo incondicional en el camino, la comprensión ante los fallos.
Lo importante no es tanto si conseguimos o no lo que nos habíamos propuesto, sino si hemos sabido ser nuestros mejores amigos en todo el proceso y disfrutar, como un niño pequeño en el patio de recreo, con un universo de posibilidades para disfrutar y crear.
Todo lo que emprendamos, por difícil que parezca, lo podemos transformar en juego. Sólo hace falta respirar hondo y... sonreír.
Escrito por María
Gracias María por esta reflexión. A mí enero me encanta, es una época del año que me invita a hacer proyectos, planes locos muchas veces. Pero en realidad lo que más me gusta es la energía que me invade al proyectarme, el entusiasmo del proyecto, más que la visualización de la meta concretada.
ResponderEliminarTambién es verdad que muchas veces nos intimida y nos aterroriza el cambio.
Qué bueno que siempre hay personas que nos animan a darle para adelante.
Vos sos una, gracias.